viernes, 20 de enero de 2012

La historia del canadiense Ryan Hreljac y de su ONG que construye pozos en África se parece a uno de esos cuentos en los que un sueño se convierte en realidad.
Una mañana, cuando tenía seis años, su maestra le explicó a la clase cómo muchos niños en África tenían que andar durante kilómetros para conseguir agua.
"Recuerdo que otro alumno preguntó cuánto tenían que andar para llegar a un lugar con agua potable y ella respondió cinco mil pasos", relata por teléfono Hreljac, que hoy tiene 20 años.
"Conté los pasos que yo tenía que dar desde el aula a la fuente más cercana y eran solo diez".
Aquello le conmovió. Se enteró de que una asociación canadiense construía pozos en África y decidió que recaudaría lo suficiente para construir uno.

El primer pozo
Equivocadamente, pensaba que un pozo costaba US$70.
"Después de cuatro meses, ayudando en las tareas domésticas para conseguir el dinero, me dijeron que un pozo costaba en realidad unos US$2.000.
Lejos de abandonar su ilusión, Hreljac explica que empezó a pedir ayuda y poco a poco fue ganándose el favor de los que le rodeaban.
"Primero se sumaron mis amigos y mis padres (un policía y una funcionaria regional), luego mis compañeros de clase, luego toda la escuela, más tarde la escuela cercana...".
Después de un año, reunió el dinero y con él se construyó un pozo en la Escuela de Primaria Angolo, en el norte de Uganda. Ryan asistió con sus padres a la ceremonia de apertura en la que los alumnos corearon su nombre.
Animado al ver que su esfuerzo estaba dando resultados, decidió que no debía conformarse con eso y así nació Ryan´s Well Foundation.
La ONG que fundó ha ayudado a construir más de 700 pozos y calcula que ha facilitado el acceso al agua potable a unas 736.000 personas en unos 30 países, en África, Asia y Centroamérica.
Ahora Ryan estudia en la Universidad de Halifax, en el este de Canadá, su tercer año de Desarrollo Internacional y Ciencias Políticas y continúa su trabajo con la ONG dando conferencias por todo el mundo sobre la falta de acceso al agua en el mundo pobre.
Su trabajo ha sido reconocido por Unicef y ha recibido la Orden de Ontario, la condecoración más importante de su provincia de origen.

"Ilusiones"
Preguntado por sus planes para el futuro, Ryan dice que su ONG tratará de continuar con su "pequeño aporte" para resolver los problemas de acceso al agua.
A pesar de su inusual logro, Ryan no se considera distinto.
"Yo también jugaba a los videojuegos, salía con mis amigos a hacer deporte o a dar una vuelta el fin de semana".
"No hay nada especial en mí. Fue este proyecto lo que resultó ser algo increíble".
Anima a otros niños que tengan ganas de ayudar como él a que no se deshagan de su ilusión.
"No hay que tener miedo a ser idealista por mucho que se trate de un problema complejo como el acceso al agua".
"Hay más de mil millones de personas que sufren por este problema pero no hay que tener miedo a proponer soluciones".

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