La cocina, núcleo del hogar, es fuente de placeres y sinsabores. A mi por ejemplo me gusta cocinar, y si cocino con mi pareja no hay mayor problema, o eso creía yo, porque resulta que la proporción de cacharros que utilizo es ampliamente superior a la media. Vamos, que ensucio como un regimiento de hooligans borrachos.
Uno de los mantras que repite mi pareja es el del cucharón en el mármol. No hay que dejarlo ahí, que luego hay que limpiar el mármol. Hay que poner una especie de porta cucharones de porcelana para poner la cucharón; qué redundancia, como si luego no hubiese que lavar ese nuevo cachivache.
Para ayudar a los cocinillas ahora tenemos este soporte de silicona para cucharones que nos permite aguantar la cuchara sobre la olla, sin necesidad de más artilugios, sin rayar el menaje, aunque inevitablemente tendremos que acabar lavándola. No podía ser perfecta.
Se puede escoger entre un cerdo y un pollo/gallina, pero no hay una berenjena, o zanahoria, marginando a los vegetarianos que quieran hacer una sabrosa sopa de verduras sin tener que usar a un animal. Pero seamos sinceros, aunque respetemos la opción de alimentarse como uno quiere, un vegetariano es un marginado culinario, un vegano es un poco más marginado y un abstemio está en la cima de la incomprensión. Hay virtuosos que lo son todo, veganos y abstemios, aunque de fumar nadie ha dicho nada.
Podéis pensar que es un cacharro más para la cocina, pero es de silicona, el material del futuro. Hay plantillas para los pies, bandejas para pastelería, relojes, cuencos, variopintas fundas y muchas cosas mas; la silicona ha cambiado la vida de muchas personas, y la talla de sujetador y los morros de otras tantas ¿qué sería de Pamela Anderson, Meg Ryan o Carmen de Mairena sin la silicona?
No hay comentarios:
Publicar un comentario