Colin Furze es un padre con prisas cuyo concepto de la seguridad está cerca de ser nulo. Con el objetivo de ahorrarse colas, o quizás para que los paseos con su vástago sean más trepidantes, ha instalado un motor de 125 c.c. en el carricoche de su hijo Jason, que está teniendo un primer mes de vida de lo más ajetreado.
No es la primera vez que tenemos noticia de carricoches tuneados, es cierto, pero creo que esto es lo más extremo que se ha hecho hasta ahora. El carricoche también tiene un compartimento para guardar la cerveza por si la sensación de peligro no llega a ser la que uno espera.
Además, este carro de combate paterno-filial ha sido protegido con unas placas de lo que a todas luces parece adamantium, lo que nos asegura que el bebé no sufrirá daños en la próxima justa medieval entre padres-caballeros a la que nos presentemos. Realmente, Colin ha pensado en todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario