Si usted tiene la suerte de visitar el hogar de Zhang Yinghui, probablemente se verá sentado en un sofá de lana orgánica, comerá galletas hechas en casa con harina orgánica y beberá de té orgánico con agua purificada por Zhang.
Como cualquier ama de casa típica a tiempo completo, Zhang hace compras en los abarrotes de comestibles, prepara la cena para su familia y mantiene todo ordenado y limpio en su apartamento.
Pero a diferencia de la mayoría de las amas de casa en Beijing, las verduras en el hogar de Zhang se seleccionan cuidadosamente en tres granjas orgánicas locales. Ella cocina cada plato partiendo de cero.
Esta diligente ama de casa utiliza polvo de semilla del té en vez de detergente líquido para lavar su loza.
Incluso compró recientemente un kilogramo de gusanos para que éstos procesaran su basura.
“Les gustan las sobras,” dice.
Los gusanos, en condiciones ideales, pueden comer el equivalente a su propio peso en sobras, a las que convierten en fertilizante rico en nutrientes. Un kilogramo de gusanos puede producir medio kilo de suelo abonado relativamente rápido.
La persistencia de Zhang en su forma de vida orgánica ha hecho de ella algo más que un ama de casa conciente del entorno. Ella escribe una columna titulada “Hija de la Naturaleza” y es considerada una autoridad en productos orgánicos.
Algunos miembros de la naciente comunidad orgánica de la capital china le llaman “Maestra Zhang”.
Pero según sus propias palabras, nunca se prepuso una forma de vida orgánica.
Su opción parece haberse derivado más bien de la etapa de su vida que pasó en Beidahuang, en la norteña provincia de Heilongjiang, en los años 60, donde aparentemente adquirió el gusto por una forma de vida natural.
“Mi familia plantaba todo los que luego comíamos. No utilizábamos los fertilizantes o pesticidas químicos, porque no nos preocupaba la productividad. Simplemente producíamos lo suficiente para alimentarnos nosotros mismos,” recuerda.
Zhang admite con tristeza que la forma de vida ideal en que ella creció ha desaparecido en la sociedad moderna.
“Las bolsas plásticas no existían cuando yo era niña. Entonces consumíamos vegetales frescos y de estación,” indica, agregando que también criaban sus propios cerdos.
“Actualmente, la gente se acostumbra a comer lo que desea y en el momento en que lo desea, algo que va contra la naturaleza,” en opinión de Zhang.
“Tomemos de ejemplo las fresas. La estación de la fresa es de mayo a junio. Pero ahora podemos encontrarlas en el mercado de noviembre a enero, con la ayuda de invernaderos,” destaca.
Zhang dijo que sus experiencias de niñez favorecían los productos naturales.
Aunque ella abandonó su ciudad natal para hacer la enseñanza superior en los años 80, y luego viajó al extranjero con su marido italiano, recalca que nunca olvidó su gusto por las verduras de cosecha propia y ha tratado al máximo de vivir tan naturalmente como sea posible.
A pesar de entender el concepto de la vida natural, Zhang explica que “no me hice formalmente orgánica” hasta que nació su primer hijo en Italia, en 2001.
En algunos expendios estaban disponibles zanahorias trituradas como alimento para bebés.
“Lo probé y me supo horrible,” recuerda. Y añade que los alimnentos que se guardan en lata por seis meses no deben considerarse como tales.
Ése fue el momento en que Zhang decidió cocinar solamente alimentos naturales para su familia, un compromiso que mantuvo cuando ella y su familia se mudaron de nuevo a Beijing en 2007.
Sus dos hijos pequeños nunca comen alimentos chatarra, asevera.
Pero fue un trozo de alga marina la que compulsó a Zhang, según ella misma, a pasar de su condición de madre responsable a lo que ella llama una ciudadana responsable que aboga activamente por la vida orgánica.
Un buen día comió un pedazo de varec seco (un tipo de alga marina) y se asombró de su pronunciado sabor.
No había modo de que pudiera ser algo orgánico y tener un gusto tan fuerte, pensó.
Entonces llamó al productor del varec seco, quien le dijo que que el alimento era orgánico, pero el condimento no lo era.
A partir de entonces Zhang comenzó a telefonear a las compañías de alimentos, inquiriendo cuán orgánicos, o no, eran sus productos supuestamente naturales.
Según se incrementaba su nivel de conocimientos en el área, decidió comenzar a escribir columnas, para compartir lo aprendido.
En mayo pasado, Zhang organizó el primer mercado de granjeros orgánicos de Beijing.
Los consumidores de alimentos orgánicos acudieron en masa y compraron casi todo, desde los alimentos a los objetos domésticos orgánicos.
Muchos de los vendedores en el centro comercial eran relativamente desconocidos y se beneficiaron mucho con la exposición, dice Zhang.
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