El titulo de la novela «Un encargo difícil» retrata a la perfección la llamada telefónica que recibió recientemente el taxista británico John Jupp. La dueña de un labrador le pedía ir a recoger a su perro y traerlo de vuelta a casa. El destino: Madrid. Un total de 3.450 kilómetros -sumando la ida y vuelta- desde Londres hasta la capital de España. Una petición que, sin embargo, Jupp acató como una carrera más.
Por suerte para el conductor, el trayecto se recortó –aunque sólo fuera en kilómetros, que no en tiempo- en el último momento viajando en barco hasta el norte de España.
«Me preguntó si permitía perros en mi taxi. Como era una buena clienta, le dije que sí. Luego me pidió que le diera un precio para recoger al perro y llevarlo a su casa, en Knightsbridge (Londres), así que le pregunté por la dirección. Su respuesta fue realmente un momento que no olvidaré: “Madrid”», relató el taxista.
La odisea se complicó durante el regreso, ya que en el paso de Calais el animal y el conductor se toparon con las restricciones británicas en materia de salud. El certificado veterinario del can había vencido por tan sólo seis horas, un escollo que tuvo que ser salvado con 150 euros.
Regreso accidentado
Jupp no ha revelado el precio de la aventura, que se inició con la toma de un ferry a Santander desde la costa inglesa. Para el regreso partió el miércoles de madrugada y empleó de 16 horas hasta Calais con el perro y su cuidadora española a bordo. Después de una noche en Calais el viaje se reanudó y el perro se reunió con su dueño en Knightsbridge después de la medianoche.
Jupp tuvo tiempo en la capital de España de retratarse al pie del estadio Santiago Bernabéu para recordar su odisea. Una experiencia de más de 38 horas por tierra y mar con un perro labrador como cliente.
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