Científicos cubanos investigan los usos del bambú en las construcciones rústicas, con énfasis en el sector agropecuario, donde se han logrado los primeros resultados en la región oriental de la isla.
"Hay un gran interés por disminuir los costos y aprovechar los ecomateriales. El bambú ha demostrado consistencia, rápido crecimiento en los campos y si se cura bien, dura más de 60 años sin que los hongos e insectos lo deterioren", explicó el ingeniero agrónomo Juan Carlos Romero, citado por la prensa local.
El experto aseguró que en la oriental provincia de Holguín, desde hace 11 años está erigida una "casa de prueba" que ha resistido los embates de varios ciclones, entre ellos el destructor "Ike", que a fines de 2008 devastó buena parte de la isla.
Según Romero, esa edificación ha merecido elogios por su resistencia y valores estéticos, aunque "dista mucho de las lujosas mansiones construidas con fibras de esa planta en Colombia y Ecuador, por ejemplo".
La investigación del bambú ha cobrado nuevos bríos con la aplicación desde hace tres años del Decreto Ley 259, que entrega tierras en usufructo, como una solución para que personas con pocos recursos construyan naves y otros inmuebles imprescindibles para el desarrollo agropecuario.
Por eso, el arquitecto Juan Manuel Pascual, de la Universidad de Oriente, diseñó una nave para la cría porcina en la finca integral El Progreso, en Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de la isla y ubicada a unos 970 kilómetros al sureste de La Habana.
También en Holguín se impulsa una experiencia similar con un proyecto para la ganadería, que tiene entre sus ventajas la disminución de los costos, al requerir de una menor cantidad de cemento, acero, ladrillos o bloques, acero, y garantizar resistencia y durabilidad.
Por su parte, el Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, liderado por el doctor José Fernando Martirena, encabeza investigaciones para lograr el incremento del cultivo del bambú en la isla.
Entusiasmado por la idea, el campesino Leonel Sarduy hizo hace seis años en el municipio montañoso de Manicaragua el primer vivero de esa planta en la central provincia de Villa Clara, considerado hoy entre los mejores de Cuba.
"Al principio, íbamos a talleres a la Universidad Central de Las Villas o ellos venían a capacitarnos; hicimos relaciones con el Jardín Botánico de Cienfuegos, y poco a poco nos fuimos metiendo en este mundo", recordó Sarduy.
Explicó que también recibió visitas de extranjeros interesados en el fomento de esa gramínea y de la Agencia de Cooperación Suiza para el Desarrollo (Cosude), que financia un proyecto para la expansión del cultivo y su aprovechamiento.
"Cuando la gente descubra que no es una planta más, y que puede ser una buena alternativa para garantizar construcciones imprescindibles en la agricultura, a lo mejor hasta habrá que regular su corte, porque nos vamos a quedar sin plantones", advirtió.
Del vivero de Sarduy salen todos los años unas 20.000 posturas para la Empresa Forestal Integral de Villa Clara, y según las necesidades de los clientes les garantiza las variedades, entre ellas de "Guadua", una de las más reconocidas en el planeta por sus utilidades económicas.
De acuerdo con los especialistas, una hectárea de bambú tiene la capacidad de absorber hasta 30 toneladas de dióxido de carbono, uno de los gases que contribuyen al efecto invernadero, y además controla la erosión de los suelos, sobre todo en las cuencas de agua, y alberga una gran biodiversidad en los sitios donde crece.
Ante la carencia de madera y energía, como consecuencia de la deforestación masiva e ilegal de los bosques del planeta, algunos expertos ya han llegado a decir que el bambú es el "oro verde" del siglo XXI.
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