Hay que hacer malabares para que los niños estén seguros y entren con bien a sus clases", Efraín Morales, Asociación de Padres de Familia, Oaxaca
En estos días, los padres de unos 500 mil alumnos de educación básica del estado mexicano de Oaxaca se enfrentan al dilema de hacer coincidir el tiempo que marcan sus relojes con el que viven los maestros de sus hijos.
Es una carrera complicada. Para los padres la hora de ingreso a las escuelas es generalmente a las 8 AM. Para los maestros también, sólo que entre ellos las ocho de la mañana se cumplen una hora más tarde que en el resto de los mexicanos.
El conflicto tiene un nombre: el Horario de Verano que entró en vigor el primer domingo de abril, y en el cual los relojes de México se adelantan una hora.
La Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que agrupa a la mayoría de los maestros oaxaqueños, nunca ha estado de acuerdo con esta disposición oficial y desde 1996, cuando se puso en marcha, se niega a modificar la hora de ingreso y salida de las escuelas.
Una decisión que tiene serias consecuencias, dice Efraín Morales Sánchez, presidente de la Asociación Estatal de Padres de Familia de Oaxaca.
"Hay que hacer malabares para que los niños estén seguros y entren con bien a sus clases", explica.
"A veces encargan a sus hijos con otros padres que pueden esperar a los profesores, pero no siempre se puede y los tienen que dejar solos para ir a trabajar. Para recogerlos es otra pesadilla".
"Horario de Dios"
El rechazo de la Sección 22 del SNTE al Horario de Verano es parte de su estrategia política de oposición al gobierno. Pero en Oaxaca existen otros grupos con razones distintas de inconformidad.
En cientos de comunidades indígenas que se gobiernan según sus usos y costumbres ancestrales, lo único válido es lo que llaman "el horario de Dios", es decir el tiempo que transcurre entre el amanecer y la noche.
Son pueblos campesinos que marcan su vida conforme a la jornada laboral, que en ocasiones no se mide igual que en comunidades urbanas, afirman investigadores de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
Un empleado del gobierno de San Juan Mixtepec dice que para los pueblos indígenas el Horario de Verano prácticamente nunca ha existido.
En Mixtepec, como en otras comunidades de la montaña de Oaxaca el tiempo se mide, por ejemplo, en función de las horas invertidas para trasladarse de un sitio a otro.
También depende de las condiciones meteorológicas. No es lo mismo un viaje en temporada de calor, cuando los caminos de tierra y piedra están secos, a otro que se realice en la época de lluvias.
Adelantar o no las manecillas de un reloj da lo mismo. Las personas, dice el empleado municipal, llegan a sus citas "cuando llegan".
Mañanero
El gobierno federal argumenta que adelantar la rutina de los mexicanos permitió ahorrar 988 gigawatts en consumo de electricidad en 2011, cantidad similar al consumo de una pequeña ciudad como Campeche, en el Golfo de México.
Esto significa que se dejó de quemar tal cantidad de combustible que hubiera arrojado a la atmósfera 659.00 toneladas de dióxido de carbono.
Las cifras no terminan de convencer a muchos mexicanos. Este 2012, como ha ocurrido desde hace 16 años, en los medios locales se publican críticas a la obligación de adelantar los relojes una hora, e incluso abundan datos sobre las consecuencias físicas y psicológicas de despertar más temprano.
Pero casi dos décadas después, muchos recuerdan a Félix Salgado Macedonio, quien fuera senador cuando se autorizó el Horario de Verano.
El legislador votó en contra. Y lo hizo porque, dijo, adelantar una hora el reloj impedía sus cotidianas relaciones sexuales de cada mañana.
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