Estos días he aprovechado para visitar el recién inaugurado Centro de Interpretación del Calamar Gigante en Luarca, una preciosa villa marinera del occidente asturiano. No voy a hablar de la colección de especímenes de Architeuthis, sino de otras extrañas criaturas abisales que allí permanecen expuestas.
Por ejemplo, encontraremos un magnífico ejemplar de hembra de Himantolophus groenlandicus de 19.5 kilos de peso. Este "feísimo" pez balón que vive a profundidades de hasta 4.000 metros presenta un dimorfismo sexual muy acusado (el diminuto macho de 125 gramos, vive fijado a la hembra parasitándola) y emplea los fotóforos que tiene sobre la cabeza (nacidos por obra y gracia de la evolución, a partir de lo que antaño fue su aleta dorsal) para atraer con su luz a las presas.
Este pez abisal de ojos minúsculos, aletas atrofiadas y boca enorme repleta de afilados dientes, carece de branquias y de escamas. Además, nuestro "hermoso" amigo es un pésimo nadador, por lo que vive permanentemente en el fondo. Su primitivo sistema digestivo necesita de la asistencia de parásitos para poder digerir sus presas: peces, cefalópodos y crustáceos a los que atrae con su señuelo luminoso.
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